Cannabis, la verdadera historia
Actualizado: 18 may 2021
Existe, sin duda, una perfecta y armoniosa sabiduría de la naturaleza vegetal, que precede al hombre en millones de años, adaptándose y preparando el terreno para recibir al ser humano, colaborando en su sustento, su cuidado físico, el mantenimiento de su salud y la sanación de enfermedades del cuerpo y del alma. Esta naturaleza vegetal, tiene entre sus más valiosos elementos las llamadas Plantas Maestras, o Plantas de Poder, cuyos espíritus vegetales nos pueden guiar a ampliar la percepción de nuestro mundo, a enriquecer nuestro ser y expandir nuestra conciencia, volviéndonos más comprensivos, sabios y amorosos. A lo largo de la historia, las Plantas Sagradas han sido utilizada como vía de conocimiento por muchas culturas y civilizaciones ancestrales, desde los aztecas, olmecas, mayas e incas hasta los minoicos, persas y griegos, desde egipcios y chinos hasta los habitantes de la India milenaria.

Para quienes se aventuran a explorar a ese inmenso y desconocido espacio interior que poseemos, las Plantas Sagradas se constituyen en poderosas aliadas que iluminan y dan claridad a nuestra oscuridad. Somos seres humanos más completos al poder experimentar esa cara invisible de la realidad que permanece oculta a nuestra cognición ordinaria. Esta expansión de la conciencia, revelación de lo invisible, tiene el potencial de ayudarnos a evolucionar como seres humanos. En nuestro mundo occidental esta vía de conocimiento ha experimentado un resurgir de la mano de la botánica sagrada, con todo lo que eso conlleva; la reconexión con lo sagrado, la unión con la naturaleza, la búsqueda del autoconocimiento, la recuperación natural de la salud, y la posibilidad de expandir nuestra conciencia incorporando otras perspectivas para experimentar la realidad. Las plantas Sagradas también son portadoras de salud y por ello son conocidas como “medicina”, por los pueblos que las utilizan. Este concepto de salud no sólo considera al cuerpo, sino también incluye la psique y el espíritu. Una antigua leyenda india cuenta cómo cuando los dioses batieron el océano de leche para obtener amrita, el néctar divino, lo que obtuvieron fue cannabis (bhang en sánscrito) Los demonios trataron también de conseguirlo pero fracasaron en su intento, por lo que los dioses dieron al cannabis el nombre de vijaya, victoria. Desde entonces los hindúes creen que confiere poderes extraordinarios o shidis a quien consume la planta. En el antiguo texto del Atharvaveda, redactado entre los años 1.500 y 1.200 a.c., se describe el cannabis como una planta mágica y con propiedades curativas. Los preparados de cannabis también se mencionan en gran tratado de medicina Súsruta-Samitá, redactado a finales de la pasada era. La medicina ayurvédica considera también al cannabis como una de sus plantas más importantes. Pero la primera mención de la que se tiene noticia sobre el uso terapéutico del cannabis aparece en Shen Nung Ben Ts’ao, una farmacopea clásica de la medicina china; cuenta la leyenda que fue redactada por el mítico fundador de la medicina china, el emperador Sheng Nung, en el año 2.737 a.c.. Todavía se conserva una copia del siglo 1 d.c. Existen también textos provenientes del Antiguo Egipto, Persia, Tíbet, Azerbaiyán, Grecia, Israel, Palestina y otros países árabes, que documentan el uso terapéutico del cannabis. El pueblo asirio también tenía conocimiento del cannabis y sus propiedades psicoactivas. Bajo el nombre de “qunubu” (nombre que probablemente dio origen al posterior cannabis) lo utilizaban dentro de sus ceremonias religiosas. El cannabis fue introducido al pueblo ario por los escitios y tracios/dacios, cuyos shamanes (llamados kapnobatai “los que caminan sobre el humo o las nubes”) quemaban flores de la planta para inducir estados de trance. En el noroeste de la Región Autónoma de Uigur en Xinjiang, China, se encontró en 2003 una canasta de cuero llena de fragmentos de hoja y semillas de cannabis al lado de un shaman momificado, de unos 2.500 a 2.800 años de antigüedad.

Como vemos, esta planta maestra tiene un antiguo historial en rituales religiosos pertenecientes a diversas tradiciones espirituales en todo el mundo. Arqueólogos en Pazyryk descubrieron semillas de cáñamo que sugieren antiguas prácticas ceremoniales tales como la ingesta de estas por los pueblos escitas durante el siglo V y II a.C., confirmando así anteriores informes históricos de Heródoto. Es posible también encontrar textos que afirman que los antiguos judíos y cristianos utilizaban el cannabis como sacramento religioso, lo que se deduce la similitud entre la palabra hebrea «qannabbos» («cannabis») y la frase en hebreo «Bosem qené» («caña aromática»), que era utilizada por los musulmanes en varias órdenes sufíes desde el periodo mameluco, como por ejemplo, los qalandars. Avanzando en la historia, encontramos que el South African Journal of Science publicó un estudio que reveló que «pipas desenterradas de la casa de Shakespeare en Stratford upon Avon contenían restos de cannabis». El análisis químico se realizó después de que un grupo de investigadores plantearan la hipótesis de que la «conocida hierba» (noted weed) mencionada en su Soneto nº 76, y el «viaje en mi cabeza» (journey in my head) del Soneto nº 27 podrían hacer referencia la cannabis y su uso. Ampliamente conocido y usado fue también el cannabis en los herbolarios de la Edad Media, como el Old English Herbarium, procedente del siglo XI. El médico y filósofo Paracelso (1.493-.1.541) menciona al cannabis como componente del Arcana Compositum, medicamento que él consideraba como uno de los más importantes. Retornando a la India, ahora en plena época colonial, vemos que los británicos encontraron que el uso de cannabis estaba muy extendido en la India colonial y se encargó un estudio a gran escala a finales de 1890 (Iverson, 2008). Les preocupaba que el consumo de cannabis pudiera poner en peligro la salud de la población. Los gobiernos británicos pidieron al gobierno de la India que nombrase una comisión para investigar el cultivo de la planta de cáñamo, la preparación de los medicamentos del mismo, su comercio e impacto social y moral, además de evaluar si la prohibición sería posible. Más de 1.000 entrevistas estandarizadas se llevaron a cabo en toda la India por connotados expertos médicos británicos e hindúes. La comisión fue sistemática y exhaustiva. La muestra incluyó a un grupo grande y diverso de personas, desde campesinos hasta médicos. Después de años de trabajo intenso y detallado, el informe del cáñamo indio por la Comisión de Drogas produjo seis volúmenes de datos y conclusiones. Los Miembros de la Comisión fueron especialmente acuciosos al observar la posibilidad de que la cannabis provocara psicosis. Producto de esta gran investigación realizada con eficiencia y rigor, la Comisión llegó a la conclusión de que, la supresión del uso de la hierba de cannabis (marihuana) sería totalmente injustificada y contraproducente, considerando que su uso es muy antiguo, que hay grupos religiosos entre los hindúes que la utilizan y que es inofensiva utilizada con moderación. De hecho, muchísimo más daño es causado por el alcohol. Por otra parte, la prohibición sería difícil de aplicar, alentaría protestas por parte de las comunidades religiosos, y posiblemente llevarían al uso de drogas más peligrosas. Estas conclusiones que emanan del informe de la Comisión de Cáñamo Indio Drogas de 1894, el que se llevó a cabo hace más de 100 años, siguen siendo relevantes y válidas hasta hoy en día. Así, la cannabis sigue estando disponible en la India en los siglos XX y XXI. En su revisión a mediados de los años cincuenta, Chopra y Chopra (1957) encontraron pocos cambios desde este informe de la Comisión de Cáñamo indio Drogas de 1894. Como ejemplo, consigna que trabajadores de la construcción utilizan bhang para sentirse renovados al final de su larga jornada para combatir la fatiga. La masiva religión hindú cree que el cannabis se ha creado del dios Shiva y tiene fuertes lazos con el elixir de la vida. El bhang es un lechoso té con especias a base de hojas y cogollos de marihuana. Beber bhang se dice que limpia el cuerpo de pecado y ayuda al bebedor a evitar el peligro en el más allá. El Bhang es a menudo disfrutado durante el ‘Holi’ (El Festival de los Colores) y la Maha Shivaratri (La Gran Noche de Shiva). Por otra parte los ascetas lo utilizan para buscar la divinidad; son los Sadhus, sabios indios que han rechazado la vida material, quienes utilizan el consumo de cannabis para buscar la libertad espiritual. Viven simplemente en el bosque sin posesión alguna, practicando la austeridad física a través del celibato y el ayuno. La cannabis ayuda a los sadhus a trascender la realidad ordinaria y alcanzar la trascendencia. Hoy en día, el bhang es tan común en algunas partes de la India que se pueden encontrar en puestos callejeros con licencia del gobierno. En esta larga y continua historia de la planta maestra en la India, ha sido parte durante miles de años en las aventuras de dioses y guerreros y sigue viviendo hoy en las ceremonias religiosas y en las calles de la India. Es recién en la primera mitad del siglo XX que ocurre la desacreditación del cannabis, tanto como sustancia psicoactiva como en su uso medicinal. Múltiples factores e intereses convergen para estigmatizar esta planta maestra que tantos servicios le había brindado al hombre a lo largo de la historia. Pero este elevado espíritu vegetal, femenino y nutritivo, no cejaría en su empeño por seguir ayudando al ser humano en su evolución, en su camino por recobrar el equilibrio, el sentido y la salud.

La prohibición; los verdaderos motivos El uso de cannabis comenzó a ser penalizado en varios países al comenzar el siglo XX. En 1911 fue prohibido en Sudáfrica, en 1913 en Jamaica (por aquel entonces aún colonia inglesa), y en la década de 1920 en el Reino Unido y Nueva Zelanda. En Estados Unidos la primera ley prohibicionista en relación a la cannabis aparece en 1910. Por entonces el uso del cannabis fumado era habitual en locales de jazz en Nueva Orleáns y era frecuente su uso también en México. Aquel año, grupos de mormones que habían visitado México regresaron a Salt Lake City, Utah, con la planta. La iglesia católica no tardó en tener reparos con esta planta milenaria, particularmente por su uso psicoactivo, comenzando a presionar para que se promulgasen leyes que prohibieran su uso. Randolph Hearst Por otro lado el magnate norteamericano Randolph Hearst, quien debía gran parte de su fortuna a la producción de papel a través de la industria maderera, estaba interesado en eliminar cualquier competencia con el papel de cáñamo mexicano, así que inició una cruzada mediática a través de sus periódicos en la que satanizaba el consumo del cannabis y lo presentaba ante la opinión pública como una droga generadora de violencia y socialmente devastadora. . Con la invención de la descortezadora, el cáñamo se había convertido en un sustituto muy barato para la pasta de papel que se utiliza en la industria periodística. Hearst consideraba que el cáñamo era una amenaza para sus explotaciones de madera por lo que se dedicó a través de su cadena de periódicos a difundir teorías racistas en las que explicaba como «los negros y mexicanos» se convertían en bestias asesinas bajo los efectos de la marihuana. La ley prohibicionista hizo eco en los mandatarios más conservadores y no tardó en imponerse a otros estados. Esto era de esperar teniendo en cuenta que estos aires conservadores de la época tuvieron también como consecuencia la famosa ley seca contra el alcohol desde 1919 hasta 1933 en todo el país, con las devastadoras consecuencias por todos conocidas. A Hearst se le unió Harry J. Anslinger en 1930, al frente de la Oficina Federal de Narcóticos, quien sustentaba un compendio de teorías racistas que fueron sumadas a los artículos de Hearst. Y no tardó en ser parte de esta confabulación la industria petroquímica Du Pont, que acababa de patentar el Nylon y quería eliminar la competencia proveniente de los tejidos de cáñamo. En este contexto, incluso veían con recelo las investigaciones de Henry Ford, que buscaba un combustible derivado del cáñamo. A la misma causa se sumó la industria farmacéutica que por entonces había identificado usos medicinales concretos del cannabis y quería evitar que el público pudiera cultivar su propia medicina. Interesante recordar que entre los años 1850 y 1937, el medicamento más recetado en EEUU eran los medicamentos en base a cannabis. Así, en el año 1937 aparece el «Marijuana Tax Act» donde se promulgaba la prohibición total de la planta, con la opinión pública manipulada y convencida de que se trataba de una peligrosa «droga dura» a pesar de no haber evidencia científica de que fuera más dura que el alcohol o el tabaco, evidencia inexistente hasta el día de hoy. En este contexto, vale la pena recordar que la declaración de independencia de este país fue redactada en 1776 sobre papel de cáñamo, y su cultivo había sido obligatorio en todo el país. Este proceso de satanización del cannabis se extendió desde Estados Unidos al resto de los países occidentales. En 1923, la entonces racista Sudáfrica alegaba en la Liga de las Naciones que sus «mineros negros» eran menos productivos después de tomar el «dagga» y pedía que se impusiesen controles internacionales para evitar su uso. En 1928 el cannabis se ilegaliza en Inglaterra, país que encabezaba la Common Wealth y que englobaba UK, Sudáfrica, Canadá y Australia. En 1961 se promulgó la primera normativa internacional, con EEUU al frente, en la Convención sobre Drogas y Narcóticas, que limitaba el uso del cannabis y sus derivados para empleo médico.
Consecuencias de la prohibición A partir de la ilegalización mundial de la cannabis, sin base científica alguna, se generan graves consecuencias para el mundo entero. El mercado se sumerge en la ilegalidad, favoreciendo la aparición de las grandes mafias de narcotraficantes. Aumenta la violencia y las muertes vinculadas al mercado negro y sus redes. Se criminaliza a la población usuaria de cannabis, con las correspondientes consecuencias penales y de estigmatización social, alcanzando esto incluso a los usuarios medicinales. Producto de esto, se produce hacinamiento en las cárceles del mundo, particularmente de EEUU. Esto ha generado una permanente vulneración de derechos y garantías constitucionales. Como era de esperar, son los sectores vulnerables los principales afectados, particularmente mujeres y jóvenes. Se transforma así la prohibición en un efectivo dispositivo de control social. Particularmente en nuestro continente la implementación de esta política ha costado la vida de miles de personas, muchísimas más que las muertes provocadas por las drogas mismas. Vale la pena recordar que la cannabis, esta supuesta dañina sustancia, nunca ha provocado la muerte a nadie. Otra consecuencia que se desprende de este triunfo prohibicionista es un grave despilfarro de recursos públicos; todos los países destinan millonarios fondos a la “guerra a las drogas”, siendo la cannabis el principal blanco de esta cruzada, por ser la sustancia ilegal más usada en el mundo entero.

Cannabis como medicina; redescubriendo este uso milenario Otra gravísima consecuencia de esta embestida represiva fue dificultar el avance científico y la investigación del uso medicinal con todo su tremendo potencial. No fue sino hasta la década del 60 que un científico, el Dr. Raphael Mechoulan, de Israel, se decide a investigar esta planta que tanto se usaba y de la que tan poco se sabía en términos científicos. En 1964 el Dr. Mechoulan se transformó en el primer científico que identificó y sintetizó el THC. Desde entonces prosiguió con ahínco sus investigaciones, y en los 90’ su equipo descubrió el sistema endocannabinoide, tal vez el sistema fisiológico más importante implicado en el establecimiento y mantenimiento de la salud humana. Los endocannabinoides y sus receptores (CB1 Y CB2) se encuentran en todo el cuerpo: en el cerebro, los órganos, los tejidos conectivos, las glándulas y células inmunes. En cada tejido, el sistema cannabinoide realiza diferentes tareas, pero el objetivo es siempre el mismo: la homeostasis, el mantenimiento de un ambiente interno estable a pesar de las fluctuaciones en el entorno externo Al primer cannabinoide endógeno descubierto el Dr. Mechoulan le llamó “anandamida”, que en sánscrito quiere decir “felicidad”. Sin embargo este destacado científico no se limita al estudio, sino que aplica sus resultados a sus enfermos con eficacia y espíritu de servicio. El trabajo del equipo liderado por Mechoulan posiciona a Israel en la vanguardia de la investigación y uso terapéutico de la Cannabis. En la actualidad más de 16.000 usuarios de cannabis medicinal se atienden en el sistema público de Israel. Además, como consecuencia de los más recientes estudios llevados a cabo en Israel, este año se aprobó el uso en niños con epilepsia refractaria.
Fuente: Fundación Daya (Chile)